Los anquilostomas son nematodos parasíticos de la familia Ancylostomatidae, que se localizan en el intestino delgado del huésped y afecta mamíferos incluyendo humanos, perros y gatos (Abubucker et al., 2008).
Estas infecciones son más frecuentes en regiones tropicales y subtropicales que en las templadas o frías (Cordero, et al. 1999) Los anquilostomidos son un grupo de nematodos conformados por las especies Ancylostoma caninum, Ancylostoma braziliense, Ancylostoma ceylanicum y Uncinaria
stenocephala que afectan comúnmente a los caninos (Bugg, Robertson, Elliot & Thompson, 1999; Bowman, Montgomery, Zajac, Eberhard & Kazacos, 2010), generando signos clínicos variables, desde anemia ligera, compensada por la respuesta medular hasta signos respiratorios, alteraciones cutáneas y moderada pérdida de peso y apetito.
En los cachorros que son infectados por vía galactogena, pueden llegar a cursar con anemia intensa, disnea, y heces diarreicas de color negruzco (Cordero, et al. 1999). Los animales que se infectan con estos parásitos desarrollan una enfermedad grave que incluso puede conducirlos a la muerte. De igual forma las especies de anquilostomas que infectan a los perros puede infectar al hombre (Palmer et al., 2007), produciendo una enfermedad cutánea que se caracteriza por intenso prurito, causada por el labrado de un túnel en la epidermis, de varios centímetros por día, que no va más allá de la membrana basal (Taranto et al., 1999).
La larva migrans cutánea se adquiere por el contacto con tierra contaminada con heces de perros, las cuales contienen numerosos huevos que sobreviven en terreno húmedo y arenoso, donde adquieren su capacidad infectante en el tercer estadio (L3) (Cazares, Juárez & Mejía, 2014).
Las hembras maduras de A. caninum que se localizan en el intestino delgado, depositan hasta 16.000 huevos por día, esta eliminación es inversamente proporcional a la carga parasitaria (Cordero, et al. 1999). Los huevos de Ancylostoma spp. son de tamaño mediano y tienen un diámetro entre 56-65 μm de largo y 37-43 μm de ancho, los huevos son ovoides con polos redondeados y paredes laterales en forma de barril, cápsula fina, lisa y transparente y en su interior posee de 2 a 8 blastómeros grandes (Lizarazo, 2013).
En la figura 3 se detalla el ciclo de vida de estos nematodos, el cual comienza con los huevos presentes en las heces del huésped (1),los cuales en condiciones favorables con adecuada humedad mayor al 90%, a una temperatura entre 23 y 30°c y disponibilidad de oxígeno adecuada, protegidas de la luz directa del sol y la desecación del ambiente, eclosionan las larvas rhabditiformes (2) después de 24 a 48 horas de eliminación, posteriormente luego de 5 a 10 días la larva experimenta dos mudas en el medio ambiente hasta alcanzar el tercer estadio (L3), convirtiéndose en larvas filariformes (3) siendo la etapa infecciosa que logra sobrevivir y permanecer infectivas durante varios meses (Heukelbach & Feldmeier, 2008).
El ciclo continúa en el huésped definitivo con el acceso comúnmente a través de penetración a través de la piel o puede darse por la ingestión de la L3 (6) (Bowman et al., 2010).
En los caninos o felinos (4) el desarrollo larvario se da si estas penetran la mucosa del intestino delgado (5), pasando a circulación sanguínea, donde en los perros menos de 6 meses inicia la migración traqueo digestiva llegando al aparato digestivo y luego de 3 a 5 semanas alcanza el estadio adulto y comienza la eliminación de huevos; de igual forma a los perros mayores de 6 meses la mayoría de las larvas de estadio infectante, pasan a circulación y son distribuidas en el organismo (migración cutánea) quedando acantonadas por meses o hasta años, estas larvas permanecen en reposo y se activan y movilizan en hembras en gestación pasando atreves de la placenta y glándulas mamarias a los cachorros (Cordero, et al. 1999).
Los anquilostomidos son los nematodos más comúnmente encontrados en perros en los diferentes estudios alrededor del mundo, y las tasas de prevalencia presentan una gran variación, las investigaciones realizadas en Latinoamérica han demostrado que en países como Argentina, Brasil, México y Uruguay mantienen tasas de prevalencia altas para anquilostomidos que oscilan entre 0,8%hasta 98,9% (Mosquera, 2014).
Por ejemplo Brasil en un estudio realizado de 138 caninos se encontró una tasa de prevalencia de 37,8% frente anquilostomidos (Katagiri & OliveiraSequeira, 2008) en otros estudios realizados en Colombia se determinó muestras positivas a Ancylostoma caninum en ciudades como Popayan con un 12,6%, en el Departamento del Quindío con un 13,9% y en Antioquia con un 30,48% de prevalencia (Lizarazo, 2013).
Strongyloides stercoralis
Es un nemátodo de distribución mundial, frecuente en zonas cálidas y húmedas, es endémica en las regiones tropicales y subtropicales más pobres del mundo (Carrada-Bravo, 2008), el cual causa una enfermedad llamada estrongiloidiasis, donde los humanos, primates y perros son los huéspedes definitivos (Torgerson & Macpherson, 2011).
Strongyloides stercoralis presenta dos ciclos: uno de vida libre y uno de vida parasitaria. El macho adulto en la forma de vida libre llega a medir 0,7 mm a 1 mm de largo y 40 a 50 µm de diámetro, posee dos espículas, en cambio las hembras llegan a medir alrededor de 1 mm de largo por 50 a 75 µm de diámetro, tanto el, macho como la hembra presenta esófago rhabditiforme. Las hembras son partenogenéticas, es decir, que realizan la ovoposición sin necesidad de ser fecundadas por el macho. Los huevos son ovoides y miden de 50 a 60 µm de longitud por 30 a 34 µm de diámetro, las larvas rhbditiformes llegan a medir 225 µm de longitud por 16 µm, presentan esófago muscular rhabditiforme y capsula bucal corta, el primordio genital lenticular se encuentra hacia la mitad del intestino medio, la larva filariforme es de tamaño aproximado de 550 µm de largo por 20 µm de ancho, el esófago es relativamente largo ya que ocupa la mitad de la longitud corporal (López, Corredor & Nicholls, 2006).
La morfología de los huevos y las larvas (filariforme y rhabditiforme) es igual en ambos ciclos. Las hembras parasitas presentan características morfológicas diferentes: miden hasta 2,2 mm de largo por 20 a 75 µm de ancho y el esófago es cilíndrico (López et al., 2006)
Las especies de Strongyloides spp. son únicas dentro de los nemátodos de importancia veterinaria, siendo capaces de tener ciclos reproductivos parasitarios y de vida libre.
El ciclo biológico (figura 4, los números entre paréntesis indican las distintas fases del ciclo)inicia con las hembras que viven en el epitelio del intestino delgado y realizan la ovoposición en el epitelio o la submucosa intestinal (9), los huevos son transformados al primer estadio larvario las cuales poseen un esófago rabditiforme y migran hacia el lumen intestinal. Estas larvas son expulsadas con las heces fecal (1) y continúan con dos tipos de desarrollo: ciclo directo (homogónico) o ciclo indirecto (heterogónico). En el ciclo directo la larva pasa por dos mudas y es transformada a tercer estadio donde posee un esófago filariforme el cual es el elemento infectivo para el huésped.
En el ciclo indirecto las larvas rabditiformes sufren cuatro mudas sucesivas y se transforman en machos y hembras adultos de vida libre con esófago rhabditiforme (2). Las formas adultas se aparean y las hembras fertilizadas ponen huevos (3) en el suelo, los cuales en pocas horas se desarrollan se convierten primero en larvas rabditiformes de vida libre de primer estadio (4); después, en larvas infectivas de segundo estadio (5), y finalmente en larvas filariformes de tercer estadio (6), infectantes para el huésped (Pan American Health Organization, 2003).
Las larvas filariformes de cualquiera de los ciclos penetran la piel del huésped, pasan a los vasos sanguíneos y linfáticos, van por la circulación al corazón y luego a los pulmones, donde se acumulan a las 24 horas de la infección. Allí rompen los capilares y los alvéolos pulmonares, reptan por las vías respiratorias hasta la faringe, son deglutidas y llegan al intestino, donde se transforman en hembras partenogénicas (7) (8) (Mosquera, 2014).
Las hembras viven en el epitelio vuelve a iniciar el ciclo biológico (9), donde las larvas rabditiformes pueden ser excretadas por las heces o pueden causar una autoinfección donde las larvas rabditiformes se convierten en larvas filariformes, que puede penetrar ya sea la mucosa intestinal (autoinfección interna) o la piel de la zona perianal (autoinfección externa); En cualquier caso, las larvas filariformes puede difundirse a través del cuerpo («Centers for Disease Control and Prevention, CDC «, 2013)
La infección por S. stercoralis es endémica de regiones tropicales y subtropicales siendo (Mühlhauser & Rivas, 2013). En Colombia se distribuye en las regiones con piso térmico templado, con una prevalencia que varía entre el 5 y el 10%, con una media de 2,5% (López, et al. 2006).
Trichuris vulpis
Este nematodo se localiza en el ciego e intestino grueso de caninos, representando un problema especialmente en criaderos y en caninos con deficiente control sanitario, más que en los de compañía. Se le denomina comúnmente el “verme látigo” por su morfología característica presenta la parte anterior larga y delgada y la posterior mucho más gruesa, llegando a medir 4-7 cm (Cordero, 1999).
En el intestino los adultos se aparean y las hembras colocan numerosos huevos que son de color amarillento, marrón y ovalados con forma de limón, con cascara gruesa y miden 90 μm de largo x 40 μm de ancho (Dunn, Columbus, Aldenn, Davis & Carroll, 2002; Márquez et al., 2012). El ciclo biológico (figura 5) inicia cuando los adultos de T. vulpis penetran profundamente en la mucosa del ciego y colon de su hospedero, luego se presenta la eliminación en las heces de huevos no embrionados 74-90 días después de la infección.
Los huevos contaminan el suelo donde pueden persistir durante años, las larvas se desarrollan en los huevos y se vuelven infectivas en 8-11 días, con temperaturas de 33-38 °C, en condiciones extremas tardan meses en desarrollarse las larvas.
El perro puede ingerir huevos larvados, los cuales eclosionan y las larvas penetran en la mucosa, donde efectúan las mudas sucesivas para pasar posteriormente al lumen del ciego y colon y convertirse en adultos (Cordero, et al. 1999; Elanco, 2014).
Una carga parasitaria alta origina inflamación de la mucosa cecal, con hipermucosidad llegando a generar hemorragias. Los signos clínicos son procesos diarreicos con abundante mucus, acompañado con estrías sanguinolentas (Cordero, et al. 1999).
La prevalencia de T. vulpis en Colombia en el Departamento del Quindío 4,3% (Giraldo et al., 2003) en el Departamento del Tolima 1,1%, en Argentina de 11,49% (Camaño et al., 2010), México fue de 9,25% (Encalada, Duarte, Vargaz, García & Medina, 2011).
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